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Vescícula

Golpes. Un fierro. Espasmos. Del cuerpo. Caigo. Reboto. Expelo. Gritos. Cortos. Desde bien adentro. Hondos. Mis ojos. Abandonan su cavidad. Mis pupilas. Queman. Hilos de sangre. La resbaladera. Un rostro oscuro al frente. Una gabardina. Una espalda. Peleo. Pero no hay mucho que pueda hacer. Me acuesto. Vencido. Me sostengo. Pedazos de piel. Salen de mi cuerpo. Dolores intensos. Mi rostro no puede estar quieto. Espasmos. Rechinar de dientes. Pedazos de mineral. En mi boca. Pedazos de vidrio. En mi frente. Exhalando. Más que inhalando. Fuerte. Hacia afuera. De algún modo. Todavía vivo. Tu grita. Al lado mío. Luego calla. Un sonido. De frutas golpeando el suelo. Un olor. Putrefacto. El mismo cuarto. Ensangrentado. La duela argentina. Roja. Desde los espacios vacíos. Del interior de mi cuerpo. Me rio. Una risa falsa. Una risa vanidosa. Estoy enamorado de mi cuerpo desecho.

"Voy a volver." Empiezo a hablar. Sin mover los labios. Partidos. Sin mover la lengua. Hinchada. Encías sangrientas.

"Voy a morir. Y voy a volver de la muerte. Voy a resucitar.

No eres nadie, notario.

Mi muerte, que es como un elástico. Como un boomerang.

Tiene más vida que tu vida. Eres el muerto."

Me toco la frente. Un corte de sangre. Un golpe seco. Un tablón de madera. No lo sentía. Hasta ahora. Ahora me duele. Y me duerme. Pienso en mi abuela. No se por qué. Pienso las cosas que pienso. ¿Quién mete imágenes en mi cabeza? Me callo. Aunque ya no hablaba. Riéndome. Y me acuesto. Miro el foco rojo del baúl. Está tenue. La cámara se va a apagar. En cualquier instante.

Tu está al lado mío. Tiene unos ojos hermosos. Voy a volver. Le repito. Y ella se acaricia. Un punto en la cintura. Debajo de una cicatriz. Me robaron un órgano, me dice. Sin mover los labios. Ni la lengua. Un órgano que nunca había sentido. Y yo me meto en un espacio blanco. Sin ruido. Arrastrando pedazos. De mi piel. Me arrastro hacia. El jardín de las delicias. Un cuadro. Pequeño. Resolución baja. Reducido. Es el portal, pienso de nuevo. Para regresar. Salvar a Tu. Pienso. Tu felicidad.

Piedra

Cuando logré abrir el baúl me llegó un soplo de caverna. Como que desde bien adentro salían unas inhalaciones y exhalaciones en forma de murciélagos. Mi vida estaba cambiando. Soy otro desde que abrí el baúl. Y al mismo tiempo siento que siempre he sido así.

Tu estaba llena de sudor. Tenía sangre en toda la cara. Y un inmenso dolor en el abdómen. Se agarraba los intesinos y aullaba. Estaba puesta ropa sucia, polvorienta. Una camisa de hombre. Unos pantalones khakis que le quedaban dos o tres tallas muy grande. Estaba reventada. Inflada. Tenía el ojo morado. Un línea delgada encima de ese ojo soltaba un líquido extraño. Como pus cristalino. Como restos de algo. O como anuncio de algo que se viene. Una antesala.

A mi también me cayeron golpes. Aunque mucho después. Y devolví los golpes a una puerta y grité cosas que salieron de un lugar desconocido y al mismo tiempo muy íntimo y personal. Mi vida cambiaba. Y no estaba del todo mal. Justo ahora que sé que probablemente voy a morir. Ya mismo. En pocos instantes. Aunque no sé cuántos. Me siento vivo. Y quiero más.

Tu estaba sangrienta y llena de sudor. Estaba mal. Estaba callada. Había llorado mucho y ahora estaba respirando lentamente. Con espasmos momentáneos que salían del esófago. En forma de relieves rocosos y lisos. En forma de piedras de río.

Y no quería hablar. Se sostenía el abdómen y se echó con un inmenso dolor. Cerró los ojos y apretó su cara en llanto. Su pelo se regó encima de su cabeza. Sudoroso y sangriento.

"¿Cúal es la primera palabra que se te viene a la mente, Tu?" Le susurré en el oído acariciando su frente húmeda y su pelo polvoriento y enrollado.
"Piedra."

Fue como decir la palabra piedra en forma de piedra y escupiendo minerales por la boca al decirlo. Y empezó a hablar.

"Mi hijo.... Pedro.... ¿qué hice?.... ¿por qué le abandoné?... nunca más.... le voy a ver..."

Y yo acostado al lado suyo. Como cómplice. Mudo. Toda mi valentía espásmica regada a mis lados. Una mancha de agua debajo de mis hombros. Un frío en la parte de atrás del cuello.

"Pedro... mi hijo... ¿por qué?.... ¿por qué?"

Una hora más tarde. Tu estaba apoyada sobre la repisa de los libros. Debajo de la literatura ecuatoriana. Encima una montaña. Los andes. Tres cordilleras desiguales. Repartiéndose el espacio justo. Y yo pensando cosas que nunca antes habían pasado por mi cabeza. Ideas sobre el fin de todas las cosas. Sobre explosiones volcánicas hace dos o tres millones de años. Lava caliente sobre una tierra desnuda. Quemando todo y formando una cara nueva. Dando forma a un rostro nuevo que jamás nadie podrá olvidar. Mirando a la puerta. Y mirando a Victoria a través de la puerta. Y mirando la espalda del notario. Y clavando mis uñas en sus cráneos, al mismo tiempo, y desgarrando su piel. Mordiendo sus ojos y escupiendo una flema sangrienta al piso. Al piso de duela argentina.

Me acerco a Tu nuevamente. Y me pego cerca de su piel. Y siento la sal de sus manos. Veo cicatrices en su abdomen. Y nos apretamos fuerte. Y nos abrazamos. Y somos cobijas sudorosas y arenosas. Y saladas, como las cobijas de una casa a orillas de un mar. Estamos juntos en esto. Estuvimos juntos. Ahora estamos juntos.

El Regreso de Tu

Era Tu. Atrapada en ese baúl. La agitación que tenía hizo que todo pase en cámara lenta. O que no pase. Extraño. Ahora que ya pasó. Me cuesta creer que pasó. En todo caso. Estoy con Tu. Tu está sentada a mi lado. Está adolorida. Se agarrá los intestinos. Está afuera del baúl. Pero esa cámara. Esa luz digital roja. Sigue prendida. Como robaalmas perpetuo. Un silencio incómodo. Un ojo magnético. Una presencia cristalina. Invisible y omnividente. Odio esa cámara. Empiezo a sentir cosas que nunca había sentido. Empiezo a hablar.

Le han torturado. Le han golpeado. Y parece que yo soy el siguiente. Estamos en el cuarto de la Biblioteca Ecuatoriana. Parece que el notario es alguien que sabe de nuestro robo. Parece que Victoria era un gancho filudo al final de una línea de pesca. Parece que hemos sido engañados. Nada está muy claro. Y al mismo tiempo todo está muy claro. La plata no es nuestra. La plata regresa a sus verdaderos dueños. A manos de unos ladrones mejores que nosotros. Y nosotros que teníamos plata y la gastamos, ahora vamos a pagar. En serio. Tu está adolorida. Lloró. Mencionó a su hijo. Lloró más. Me dijo lo que le hicieron. Me abrazó por un instante demasiado corto. Me dijo lo que le dijeron. Me dijo lo que piensa. Habló mucho. De una manera que yo nunca había escuchado. Y es tan extraño porque parece que no hubiera dicho nada. Que nada hubiera pasado. Que estoy en el departamento de abajo. O en Quito. En mi cuarto. Escuchando como mis padres o uno de mis hermanos o la empleada me llama. Sin moverme. Sin hacer nada. No quiero ir.

25

En el departamento de Victoria. De nuevo. Como en un sueño. Pero no es un sueño. Han pasado dos o tres días desde la última vez que estuve aquí. Veíamos una película. Nos besábamos. La cosa no avanzaba. Yo veía para otro lado. Veía las imágenes en el telvisor. Un hombre con terno negro. Flaco. Fedora. Lentes. Camina por una calle larga en un día caluroso. Parece el desierto. Victoria parece envuelta en el beso. Tiene los ojos cerrados. Luego se da cuenta que yo estoy mirando la tele. Se levanta. Se arregla. Va al baño. Cuando regresa se duerme. Su cabeza apoyada en el otro extremo del sofá. Sus pies descalzos apenas me tocan. La tele queda prendida.

Ahora me levanto yo. Voy directo hacia la puerta cerrada. Las puertas cerradas invitan. La abro. Regreso a ver al sofá. Victoria duerme profundamente. Entro.

Es un cuarto amplio. Tengo un primer plano. Hay una ventana. La cortina está alzada. Hay mucha luz. Hay una planta. Estanterías llenas de libros. Repletas. Al notario le debe gustar leer. O los heredó. No sé porque pienso en esto. Parado al frente del cuarto. Como si todavía no hubiera entrado.

Me acerco a los libros. Empiezo a hojear. Los primeros libros que veo son libros de fotos sobre el Ecuador. Libros grandes. Hay dos de las islas Galálpagos. Uno que se llama "Quito". Que extraño, pienso. Las siguientes filas también son libros del Ecuador. Libros de historia, de geografía, arqueología, cocina, arquitectura, aves, mamíferos, estudios sociológicos, títulos como: Antología Esencial del Ecuador Siglo XX, Las cifras de la migración internacional, El festín del petróleo, Quito y sus personajes populares, Las Aves en el Ecuador, compendios de revistas como Vistazo y compendios de diarios como El Comercio. Hay unos ejemplares de una revista que se llama Iconos, también del Ecuador. País Secreto, Línea Imaginaria, Kipus, Encuentros, Qué Puchicas. Todas ecuatorianas. Hay dos estanterías llenas con libros que dicen: Biblioteca de la Literatura Ecuatoriana. Recién ahora siento escalofríos. Y un sentimiento hondo en forma de signo de interrogación. Revolviéndome. En el estómago. Golpeándome. Veo los siguientes títulos: El Desencuentro, Sueños de Lobos, Polvo y Ceniza, Huasipungo, Cumandá, Tres Ratas, Vida del Ahorcado, Don Goyo, Los Que Se Van, Boletín y Elegía de las mitas, Entre Marx y una Mujer Desnuda, Un muerto a puntapies y otros cuentos, Las Familias y los Años. Veo más títulos. La Emancipada, En las Calles, Siete Lunas, Siete Serpientes, Las Cruces sobre el Agua, Los Sangurimas, Bruna, Soroche y las Tías, Del otro lado de las cosas, Las Pequeñas Estaturas. Títulos que se multiplican y se enredan. El Destierro es Redondo, El Chulla Romero y Flores, Lugar de Orígen, El Tiempo Manual, Égloga Trágica, El desván de los recuerdos. Libros dispersos, sueltos, de diferentes tamaños, llenos de polvo, rotos y de varios colores: La Linares, Teoría del Desencanto, También tus Arcillas, Un delfín y la luna, Contratiempo, Veleta, Appasionatta, Dibujos Animados, ¿Quién me ayuda a matar a mi mujer?, El Rey del Mundo, Maldeojo, Desenterrando la Luna, Malicia y otros orgasmos, La noche japonesa, Pares o nones, Alguien dispone de su muerte, Los amantes de Sumpa, Acoso Textual, La Corriente era Limpia, Leyendas Populares del Ecuador, El viajero de Praga. Antologías de cuentos, literatura infantil. La Canoa de la Abuela, Ana de los Ríos, Y su corazón escapó para convertirse en pájaro, ¿Te gustan los monstruos?, Mateo Simbaña....

Hay un baúl en una esquina del cuarto. Es grande. Tiene un hueco pequeño en el costado. Una entrada circular. Con un cristal. Un luz roja electrónica reflejada como en un espejo. Me acerco. Escucho gemidos cortos adentro del baúl. No los gemidos de una persona llorando. Los gemidos de una persona haciendo un esfuerzo, cubierta en lágrimas y sudor frío. Me agacho. Y siento nuevamente esa presencia. Pero no me paralizo. Intento abrir el baúl. No puedo hablar pero intento mover la tapa. Y yo también emito gemidos. Y una voz habla detrás mío. Me reclama. Me dice que pare lo que estoy haciendo. Me advierte. Me grita.

Tamagotchi

"Tienes un tamagotchi."
"Si."
"Y todavía juegas con tu tamgotchi, no estás un poco grande ya."
"Qué te pasa. Es mi tercer tamagotchi. Esta es nieta de mi primer tamagotchi."
"¿En serio?"
"Sí."
"¿Y que sabe hacer?"
"Todo. Es mi mascota."
"¿Qué está haciendo ahora?"
"Se acaba de despertar. Le voy a dar de comer. Si no come luego de su siesta se pone histérica, como yo. Vamos a la cocina."
"¿Necesita comer en la cocina?"
"No. Yo voy a comer en la cocina. Y el tamagotchi viene conmigo. En mi bolsillo."
"¿Qué pasaría si no le das de comer?"
"Primero se pone histérica. Luego se pone debil. Y luego puede morir. Mi prima mató a uno de sus tamgotchis así. No le quería. Era el hijo de su primer tamagotchi pero ella no le quería."
"Y cómo tienen hijos."
"Primero se conoce con otro tamagotchi, se conectan o no se conectan, porque a veces no se caen bien. Se enamoran o no se enamoran y luego... bueno es un proceso largo. Puede tardar días. El tamgotchi de mi prima era tío de este tamagotchi."
"¿En serio? Y le dio pena cuando se murió."
"Claro. Pasó dos o tres días llorando. No quería comer. No quería dormir. Fue horrible. Pero ahora está bien."
"¿Cómo será vivir ahí adentro?"
"Debe ser hermoso."

Victoria come. Su tamagotchi ya comió. Yo tomo un vaso de agua. Me quedo pensando en los tamagotchis. Mi hermana tenía uno, creo. Yo nunca tuve tamagotchi. Voy al baño. Regreso a ver a Victoria, porque me pregunta adonde voy. Está nerviosa conmigo en su departamento. Me dice que no demore. Regreso. De la nada se pone a hablar de películas.

"¿Has visto La mosca?"
"No."
"Es muy buena. Yo siempre he pensado que los moscos son seres miedosos. Más miedosos que los monstruos clásicos. Frankenstein, el hombre lobo, no son nada comparados con una mosca común y corriente. Drácula es distinto. Los vampiros son como las moscas."
"¿Tienes miedo a las moscas?"
"O sea les puedo matar si vienen a molestar. Pero no me gustan para nada."
"En el departamento de abajo no hay muchas moscas."
"No. Aquí tampoco. Por suerte. Mi casa en Lima estaba plagada con moscas."
"En Quito igual, hay muchas moscas."
"Sólo imaginate. Chupan tu sangre. Viven alrededor tuyo. Son negras y peludas. Tienen visión como de kaleidoscopio. No mueren fácilmente. A veces siguen después de varios golpes. A veces resucitan y salen volando cuando tu ya las hacías muertas. Son tenebrosas. Incluso yo encuentro una inteligencia muy avanzada en ciertas moscas. Como que nos reconocen. Como que tienen conciencia de vivir entre nosotros. Igual que nosotros tenemos conciencia de vivir entre ellas. Incluso alguna vez me he topado con una mosca particularmente conciente. Una mosca que te reta y trata de llamar al resto de moscas a rebelarse en contra de nuestra arbitraria forma de matar moscas. Moscas profetas. Puede ser que en el futuro las moscas evolucionen y nos puedan hacer más daño. Puede que en otra época la gente piense dos veces antes de agarrar el mango de un matamoscas."
"Nunca había pensado en eso."
"Por eso me gusta la película la mosca. Describe a un monstruo particularmente miedoso."

Esa noche regreso a mi departamento sintiéndome mal. Victoria ni siquiera me besó cuando nos despedimos. Siento que se aleja de mi. Siento que debería ver más películas para no quedarme callado mientras ella habla. Y al mismo tiempo, no me importa tanto. Quiero hacerle el amor. Eso es indudable. Pero dudo que lo logre. Y mientras tanto, tengo otras cosas en mente. Tu. La plata. Volver al Ecuador. Volver a fingir la muerte.

El departamento de arribla es extraño. Está afectando mi relación con Victoria. Voy a dejar de ir algunos días o volver mañana y abrir esa puerta, de ese cuarto que me está prohibido. Quiero verle la cara al notario.

La puerta

Logré acomodar la cabeza de Victoria sobre un almohadón. Y me levanté. Victoria tiene un sueño pesado. Dejo la tele prendida. He escuchado que ese sonido como fritura que hace un televisor apagándose es capaz de despertar a cualquiera.

Camino. Me tomo un vaso de agua en la cocina. Pienso en algunas cosas como pepinillos, sánduches y mayonesa. Todas tienen que ver con el almuerzo. Pero yo ya no tengo hambre. Pienso en cosas como walkie takies, los teléfonos y el internet. Invaden mi cabeza pero no se desde dónde. Son modos de comunicación. Seguro hay una compu aquí. Seguro puedo escribir un correo electrónico. Sería interesante. De pronto alguien me ha escrito a mi.

Abro una puerta. Es el cuarto de Victoria. Está claro. Tiene un póster de la película Jaws encima de la cama. Tiene un equipo de sonido. Tiene ropa regada en el piso. Ropa de mujer. Ropa interior. Al lado de la puerta hay una estantería. Hay un par de libros. Veo una colección y los siguientes títulos: Drácula de Bram Stoker, El Retrato de Dorian Gray, Heart of Darkness, The Murders of the Rue Morgue. Dos en español. Dos en inglés. La misma colección. Ediciones Black Cat/Gato Negro. Al lado de los libros hay un tamagotchi. Es rojo. Un bicho pixelado con labios grandes y cachos duerme adentro. Me río. Victoria tiene un tamagotchi, me sorprende. Me rio. Pero aquí no hay compu.

Camino un poco más por el departamento. Hay otra puerta. Estoy a punto de abrirla. Pero siento una mirada a mis espaldas. Y siento la forma de pararse firme de una mujer a mis espaldas. Te dije que no entres a las habitaciones, dice Victoria. Tiene los ojos hinchados. Parece despechada. No mueve un músculo de su cara, ni de su cuerpo. No me mira. Mira al piso. Está parada, inmóvil. No puedes entrar a ese cuarto, continua, a ese, expresamente, dijo el notario que estaba prohibido entrar.

Diecinueve años

Semanas que se funden con años. ¿Habré cumplido 19 años ya? Me parece que si. Me parece que en estos días era mi cumpleaños. El tiempo es distinto cuando estas lejos de casa, o en un lugar nuevo. Pero ¿por cuánto tiempo es un lugar nuevo? El tiempo pareció paralizarse en esa habitación pequeña del departamento de Victoria. Era la primera vez que entraba. Y su padre, o su padrastro, o su guardián, lo que sea. Nos descubrió. En la oscuridad. Quitándonos la ropa. Pero ya no estoy ahí. Estoy en el departamento de Victoria, si. Pero ya no está oscuro y no estoy en esa habitación. Estoy en la sala. Estamos viendo tele. Una película.

La sala es amplia. Hay cuadros en las paredes. Pero la luz del día refleja en los vidrios, en los marcos, y las pinturas no se ven desde donde estoy yo. Hay una chimenea de piedra. Hay adornos encima de la chimenea. Figuras orientales. Un buda de piedra roja. Un samurai. La réplica en miniatura de una espada de samurai. Hay dos plantas. Una a cada lado de la chimenea. Son iguales. Son del mismo tamaño. Hay un sofá. Estoy echado en el sofá. La tele está al frente. Es una tele grande. Hay aire acondicionado y sopla y hace ruido. Subimos el volúmen. Es bastante diferente del otro departamento.

La película es sobre un hombre con doble personalidad. O triple. Supuestamente vive en las afueras del pueblo y las personas del pueblo le temen. Especialemente las mujeres. Especialmente las mujeres hermosas. Miran su casa en la lejanía, en días despejados y se asustan o se emocionan. Pero el hombre también es un médico y mucha gente va a donde él. Tiene una oficina en el centro mismo del pueblo. Niñas pequeñas golpean en su puerta y piden encargos a nombre de sus abuelitas. Nadie ha logrado descubrir que es la misma persona. Adentro de la casa del hombre hay otros personajes. Un sirviente, un niño. No queda claro porque vive un niño en la casa, pero por lo general ayuda en lo que el hombre necesita. La cosa es que adentro de la casa el hombre es diferente. Parece olvidarse de sus otras vidas. La verdad estoy aburrido. Victoria está dormida encima de mis piernas y el control remoto está en el suelo. Intento cerrar los ojos pero no puedo descansar. Este departamento es demasiado. Tengo los ojos abiertos. Primera vez que estoy aqui.

Esa noche Victoria volvió a entrar. Cerró la puerta despacio. Estaba completamente oscuro pero podía ver su pelo despeinado y una ligera sonrisa en los labios. Me pude mover. Me senté, Luego cambió su expresión y me dijo que tenía que salir. Me besó en la mejilla y dijo que en dos o tres días ella bajaría a mi departamento a buscarme. No creo que hice nada en esos días. Pasé durmiendo. Mirando las películas que Victoria dejó cerca de la tele y tomando mucho jugo de naranja. Compré varios litros de jugo en una gasolinera. Compré pan y mermelada. Compré queso y algunas fundas grandes de papas fritas. Compré bebidas energizantes. Pero sólo tomé la mitad de una. Me fumé el resto de hierba que tenía. Y conté mi plata. Todavía hay mucha. A la mitad del conteo tuve ganas de llamar Oswaldo Sosa. El hombre que nos tenía que contactar. Antes de conocer a Victoria era mi única misión. Ahora ya no importa tanto. También pensé en Tu. En verdad sólo creo que han pasado algunos días desde que se fue. Es dif'icil saber. Puede ser que no haya pasado mi cumpleaños. Decidí meditar esa noche y decidir sobre qué debo hacer. Pero no lo hice. Y luego volvió Victoria. Creo que sólo pasó un día. Ahora que lo pienso.

Me dijo que ya podía subir a su departamento y me invitó a comer y a ver tele. Subimos por el ascensor. No había nadie más. Comimos sánduches. Tomamos agua. Puse mucha mayonesa y mucha mostaza en el pan. Luego Victoria prendió un cigarrillo. Sólo le había visto fumar un par de veces. Me ofreció uno. Fumamos en la cocina. Me dijo que su guardián, lo llamó el notario, no le deja fumar adentro de la casa. Me dijo que se había ido a trabajar y que volvería de noche. Me dijo que estaba bien. Con tal de que nos quedáramos en la sala y en la cocina. Dijo que el notario le había prohibido que yo entre a los cuartos. Antes de que se quede dormida le intenté besar. Pero ella no quería. Ahora solo me quiero levantar.

Diafragma

Planicies. La superficie del piso. La puerta. El Techo. Escucho unos pasos incómodos acercándose a la puerta. Se abre. El susurro de Victoria sale por una rendija. ¿Qué haces aquí? Me pregunta. No podía dormir. Vine a verte. Un silencio corto. Entra. Pasa rápido. Me ordena. Se abre la puerta entera. Victoria me empuja por un espacio oscuro que no alcanzo a reconocer. Escucho que cierra la puerta. Escucho un ronquido que viene de adentro. Entramos a un cuarto pequeño. Victoria prende una luz. Más preguntas. Contesto a medias intentando descifrar el lugar donde estoy. Hay una cama. Tiene un plástico encima. Hay un olor seco. Hay estanterías. Varios objetos encima. Hay un mueble de donde cuelgan gorras y sombreros. Hay objetos que salen por debajo de la cama. Hay un balde de plástico con ropa doblada. Es ropa limpia. Victoria respira y sonríe. Esta feliz de verme. Retira el forro de plástico de la cama. Nos sentamos en una cobija de lana. Verde. Victoria apaga la luz. Victoria se quita la camiseta. Nos besamos. Le toco la piel. Su espalda desnuda. Sus senos. Estoy incómodo en mi ropa. Trato de no pensar en nada. Nos echamos. Nos acariciamos. Estoy casi inmóvil. Debajo de Victoria. Tengo un nudo en la garganta. Un vacío en el resto del cuerpo. Sólo siento el peso de Victoria. Y los cordones de mis zapatos en el empeine. Pasan unos instantes. No tengo nada en la cabeza. Luego escucho pasos y me paralizo. Victoria inhala fuerte. Siento sus manos en mi pecho. Siento que se impulsa y salta. Recoge sus piernas. El notario. Repite en susurros. Dos veces. Mueve sus manos. Sus dedos. Rápidamente. Se pone la camiseta. Se abre la puerta. Victoria sale. Escucho una voz ronca. Veo una luz. Estoy quieto. Dolor de estómago. Ganas de ir al baño. Estoy inmóvil. Siento mi quijada. Clavada en mi cuello. Las voces continúan. Susurros de una voz grave. Replicas de Victoria. La voz grave crece. Yo tengo los pies levantados. Siento que mi cuerpo no toca el suelo.

Pulmones

dos o tres veces. acabo de acordarme de algo que dijo Victoria. en el parque de diversiones. tengo puesto unos guantes de plástico. levanto un plato. sacudo el agua. escurro. me rio. mi risa suena distorsionada en el silencio. no hay nadie más alrededor. hay un extraño eco. una resonancia. ya dejó de tocar un disco. siento que me falta el aire. en los pulmones.

en el parque de diversiones. estábamos de mal humor. Victoria hace chistes cuando está de mal humor. es exagerada. suelta la lengua. pero no cambia de expresión. una expresión malhumorada. dijo algo así como, casi vomito. hizo un gesto con las manos. la expresión en su cara no cambió. dijo algo así como, si yo tuviera perros no les haría eso. señaló a una gente con el mentón. luego miró hacia otro lado. dijo algo así como, que lindo ese enano. señaló con la vista. no cambió de expresión. dijo algo así como, familia corazón. señaló con los labios. todas las veces me reí. ella no cambió de expresión. soplaba aire por su nariz. y movía la cabeza de un lado a otro.

me saco los guantes y pongo otro disco. empieza a sonar una guitarra. dos o tres veces. los mismos acordes. una voz en inglés. se agacha. baja al suelo. se queda ahí. luego parece que la voz sale del suelo. me siento en un sillón. no puedo dormir. es de noche. está oscuro afuera. he dejado la puerta de la terraza abierta. entra una briza. se ven luces. faros alumbrando el pavimento. pienso en un taxista. el que asaltaron hace algunos días. tal vez una semana. tal vez más. pienso en una persona que vi caminando por una avenida grande. tenía tatuajes. en todo el cuerpo. era calvo. tenía bigote. tenía un sirenda dibujada en el brazo derecho. con líneas verdes y rojas. tenía figuras geométricas entrecruzadas. en el brazo izquierdo. tenía el retrato de un niño en el antebrazo. tenía palabras escritas. tenía un ave. de perfil. tenía las siluetas de varias manos. le salían de la espalda. se fue. dejé de mirarlo.

Victoria está en un piso de arriba. yo estoy abajo de ella. me siento estúpido. estoy inquieto. me levanto. dónde estará Tu. no he pensado en ella. en algunos días. ni si quiera se. la única vez que subí al piso de Victoria. me quedé afuera. nos besamos en el corredor oscuro. una noche. yo tenía los ojos abiertos. vi una luz que salía por debajo de la puerta. la entrada del departamento. luego Victoria dijo chau. y me subí al ascensor.

ahora decido salir del departamento. es tarde. decido subir a ver a Victoria. nunca me ha invitado a pasar. nunca he visto ese lugar por dentro. ascensor. corredor. puerta. timbre. trin.

Bronquiolos

varios días o varias semanas más. o no. Victoria y yo nos vemos todos los días. vemos tele. vemos películas. una persona en el puesto de las revistas me vendió hierba y hemos fumado dos o tres veces. viendo películas. Victoria me hace reir. a veces no sé bien de qué habla. sonrío por si acaso. cuando ella sonríe. pego mi cara a la suya y le beso. forcejeamos un rato. nos acariciamos. le lamo el cuello. por lo general estoy bien caliente. nunca nos sacamos la ropa. Victoria dice que no está lista. entonces paramos. y volvemos a la tele.

ayer estabamos acostados en la cama. conversábamos. me puse encima y le besé el cuello. ella cerró los ojos. me fijé en las líneas de su cuello. me fije en la unión entre el cuello y el resto del cuerpo. algunas imágenes pasaron por mi mente. principalmente escenas de películas de terror. cuellos degollados. cabezas decapitadas y sus venas. ojos abiertos de cera. ojos cerrados de cera. ojos aplastados. cabezas que ya no parecen reales. el cuello de Victoria tenía venas verdes y azules que se dividían y se multiplicaban. le lamí. la parte alta de sus senos. senti el movimiento. la grasa. debajo de esos senos. suave. Victoria abrió los ojos.

un día salimos de la casa y tomamos un tren. fuimos a un parque de diversiones. Victoria me cogió de la mano. sentía que alguien me miraban. no me gustó. le solté. Victoria se enojó. nos hicimos la montaña rusa dos o tres veces. otros juegos. había mucha gente. yo sentía que me miraban. regresamos en silencio. Victoria tomaba una botella de coca cola. yo me lamía los dedos. con los restos de una funda de papas fritas. tenía la cara hinchada. me sentía así. me dolían los pies. me gustaba el dolor en los pies. le cogí de la mano. en el tren. Victoria soltó mi mano. se limpió el sudor de la frente. yo me sacudí la ropa. yo miré por la ventana. me sentía mejor. silencio.

Victoria se despidió en el ascensor. subió a su departamento. nunca me ha invitado a subir. yo entré al departamento y decidí que era hora de limpiar. me puse unos guantes de plástico. prendí la llave en el lavabo. abrí las puertas de la terraza. abrí una cortina. abrí una ventana. hacía calor.

Películas de Terror 5

"Yo hice una película de terror con mi prima, cuando vivía en Lima."
"¿En serio?"
"Sí, y fue extrañamente real."
"¿De que se trataba?"
"Era una mezcla de ciencia ficción y terror."
"¿Cómo?"
"Mi prima, que se llama Olivia, piensa que en el futuro vamos a poder entrar a nuestras grabaciones caseras. Una especie de realidad virtual. O turismo temporal. Ella dice que una persona se va a poder conectar a una máquina y visitar sus propias grabaciones caseras."
"No entiendo."
"Pero te lo estoy explicando, clarito."
"Ya, ya."
"¿Tus padre te filmaron de pequeño?"
"Si. Tengo la grabación de una obra de teatro que hice en la escuela. Creo que era Rodolfo y el Reno. Yo iba a ser Rodolfo, pero en el ultimo minuto me entró una sensación horrible. Tenía muchos nervios y verguenza. La profe me dijo algo así como, si no vas a actuar tu alguien más tendrá que hacerlo. Y luego añadió. Tus padres van a estar muy tristes. Un compañero mío que había memorizado mis líneas me reemplazó."
"Que mala onda."
"De ley. Mis padres llegaron con la filmadora y se encontraron con que yo ya no era Rodolfo sino uno de los otros renos. No tenía líneas sólo cantaba las canciones que todos cantaban."
"¿Y que te dijeron?"
"No me acuerdo. Pero, ¿sabes qué? Después si actué en otras obras. En quinto grado me acuerdo que actué en un musical. Y tenía un solo. Pero esas no creo que grabaron."
"Bueno. El punto es que si tus padres conservan esas grabaciones, en el futuro, vas a poder entrar a esas grabaciones. Y verte a ti mismo y a todos tus compañeros pequeños y a tu profe, como si de verdad estuvieras ahí y ellos también."
"¿Y vamos a poder cambiar el pasado?"
"Al principio no, pero la idea es que mientras la tecnología avance, sí vas a poder. O sea no cambiar del todo pero sí interactuar con las grabaciones viejas. Hay un valor comercial muy fuerte. ¿No te parece? Mi prima quiere patentar la idea."
"Pero creo que no hay como patentar la idea."
"¿Cómo?"
"O sea, creo que sólo se podría patentar la máquina que va a hacer todo eso. Pero no la idea de la máquina."
"Bueno. No importa. El punto es que a mucha gente le va interesar poder hacer eso. Por eso mi prima habla de turismo, las personas van a poder viajar a otros tiempos de sus vidas. Y sin traer consecuencias. O sea no puedes de verdad cambiar el pasado. No van a haber cambios en el presente. Es todo virtual."
"Interesante."
"Bueno. En nuestra película esta tecnología ya existe. Hay una personaje. Una mujer. Y ella tiene un recuerdo horrible de cuando era pequeña. Como que un monstruo le atacó. Ahí entran los elementos de terror. El monstruo de la película es horroroso y tiene el poder de poseer los sentimientos de las personas que ataca. La mujer cree que el monstruo le hizo algo de pequeña y que eso explica por qué ella no tiene sentimientos por nadie. Es medio infantil, lo se. ¿Qué significa esa cara?"
"Nada. Sigue por favor. Está interesante."
"Es un trabajo de la juventud."
"Me parece buenísimo. Sigue."
"La mujer repite esta frase: si sólo tuviera una grabación."
"¿Quiere la grabación para enfrentar al monstruo?"
"Algo así. ¿Y has visto como la gente graba solamente sus momentos felices?
"De ley."
"Bueno, en esta película. Hay otro personaje, una vieja enferma. La mamá de la personaje. Que no solamente graba los momentos felices sino que tiene una grabadora metida en un baúl del cuarto de su hija. Y que filmó sin que ella lo sepa, toda su vida."
"Increíble."
"La vieja está enferma y no sale de la casa. Nunca se ha atrevido a ver las grabaciones, porque se siente mal de haber violado la privacidad de su hija. Pero las tiene archivadas en un cuarto secreto de la casa. Este es un elemento muy importante. Y sueña con un día verlas y revivir la infancia de su hija. Y después de eso piensa suicidarse."
"Qué bestia."
"En todo caso. El monstruo sigue por ahí, robando los sentimientos de niñas pequeñas. La mamá está metida en el archivo secreto. Todavía no queda muy claro."
"¿Y qué pasó? ¿Nunca hicieron la película?"
"Mi prima y yo tuvimos diferencias artísticas. Ya no nos hablamos."

Películas de Terror 4

"A mi me gusta que la computadora sea el villano."
"¿De qué hablas?"
"De Odisea Espacial: 2001. Creo que es mi película favorita. Y me gusta que la compu sea el villano."
"A mi me pareció muy larga. Y el final muy corto. Pero intenso. Como un sueño."
"Me demore como tres días en ver."
"Yo adelanté algunas partes."
"Pero no entiendo por qué el espacio es tan negro. ¿No llega la luz del sol en el espacio? Pero si en la tierra."
"No se por qué será eso."
"Me gusta que a pesar de ser vieja, esa película, de ese director, ¿cómo dijiste que se llama?"
"Kubrick. Se llamaba. Ya murió."
"Me gusta que sigue siendo futurista. Normalmente las películas viejas que intentaban ser futuristas se ven chistosas ahora."
"Es cierto. Odisea Espacial sigue siendo futurista. Excepto los trajes de los astronautas. Esos se ven anticuados."
"A mi me gustan los trajes de los astronautas."
"A mi me gusta que las películas envejezcan mal."
"¿En serio?"
"Si. La mayoría de películas de terror viejas se ven chistosas ahora."
"Y eso te gusta."
"Si."

Películas de Terror 3

"¿Has visto Shivers?"
"No."
"¿Has visto Texas Chainsaw Massacre?"
"No."
"¿Has visto El Proyecto Blair Witch?"
"No."
"¿Has visto Cuentos de la Cripta?"
"No."
"¿Has visto Cicatrices?"
"No."
"¿Has visto la Noche de los Muertos?"
"No."
"¿Has visto Ruido?"
"No."
"¿Has visto Freddie vs. Jason?"
"No."
"¿Has visto Scream?"
"No."
"Has visto Pet Semetary?"
"No."
"¿Has visto Gremlins?"
"No."
"¿Has visto Children of the Corn?"
"No."
"¿Has visto Carrie?"
"No."
"¿Has visto Nightmare on Elm Street?"
"Si creo."
"Es una de mis favoritas. Y de las primeras películas de terror que vi."
"¿Cuál es tu favorita?"
"Shivers."

Películas de Terror 2

En la carta del Loco. En el Tarot. Hay la figura de una leona. Está moridendo el muslo derecho del Loco, juguetonamente, como si estuviera chupando un hueso muerto. Pero el Loco no parece advertirlo. Está mirándonos fijamente. Y ríe. Una risa descarnada. De villano. Que no tiene nada que ver con la leona mascullando su fémur.

Yo sentía un dolor agudo en mi pierna derecha durante la noche. Luego de que Victoria se fue. Visualizaba su cara. Simulaba el tacto de su camisa en mis dedos. Me acordaba de ella levantada. Sacudiéndose. Finalmente dormí. El día siguiente conversamos más.

"Mi padre no es en realidad mi padre. Es un padre adoptivo."
"¿Qué pasó con tus padres de verdad?"
"Me abandonó. Fue hace poco. Dijo que ya no podíamos seguir juntos y me subió en un avión. El señor que vive arriba me recogió del aeropuerto. En realidad es un notario."
"¿Por qué él?"
"Creo que mi papá verdadero tenía una deuda con alguien. Y el notario en realidad es o amigo de mi papá o su acreedor. No está claro."
"¿Y cómo te va?"
"Pues, ya le empecé a decir papá. Es un poco estricto y le gusta que pase en la casa. No le gusta como me visto."
"¿Hace cuánto tiempo vives aquí?"
"Hace diez meses."
"Yo no he estado aquí tanto tiempo y no les extraño a mis viejos ni nada. Escucho su voz algunas mañanas. Extraño a mis hermanos más. Pero nunca escucho su voz. El otro día quise meterme a un lugar de internet para escribirle a mi hermano mayor. Se llama Pedro. Pero creo que no debo hacerlo. No todavía."
"Yo no tengo hermanos. Ni hermanas."
"¿Y enamorado o enamorada?"
"Ya te dije que no."
"Pero si has tenido."
"Tuve uno, ¿y tú?"
"Yo también tuve una. Vivía aquí conmigo. Vinimos juntos. En lo del robo que te conté. Ella también lo hizo. Participó. Igual que yo."
"No me parece nada bien eso."
"Yo sé. Fue estúpido."

Películas de Terror 1

En la noche llegamos al edificio en el que los dos vivimos y al entrar al ascensor empezamos a despedirnos. Fue extraño. Yo quería más. No tenía nada que hacer. Ella dijo que su padre le esperaba y puso una cara extraña. Fue nuestro primer momento extraño. En toda una tarde.

Entré al departamento y busqué el teléfono. Tenía que llamar. Era cierto. Pero ahora no me importaba tanto. Todo estaba oscuro. Había cerrado las cortinas la noche anterior, o quizás hace más tiempo, y me había olvidado de abrirlas de nuevo. Sólo un vaso de agua que había dejado en el piso brillaba. Como plata derretida. Caminé al cuarto. Me eché en la cama. Miré las cosas de Tu. Las guardé. Todavía a oscuras. Acostumbrándome a la luz. Sentí que le estaba traicionando.

En la mañana sonó el timbre de la puerta. Era Victoria. De nuevo una falda como si estuviera camino al colegio. De nuevo una camisa blanca. De nuevo un cintillo en el pelo. Me miró y sonreímos. Creo que olvidamos la sensación de ayer. Le pedí que entrará. Hizo algunos comentarios acerca del departamento. El olor. Luego prendió el televisor. Tienes películas, preguntó. Algunas. Están ahí, señalé. Varias de ellas sin abrir.

Empezó a rebuscar un montón de películas que había en el piso. Lanzaba las cajas hacia atrás. Desinteresada. Luego se sentó en el sillón nuevamente y cambió de canal. Mirando el televisor dijo: a mi me gustan las películas de terror. No supe qué responder. Me senté al lado suyo. Luego le ofrecí algo de tomar. Una gaseosa, dijo. Me levanté. Había cola en la refrigeradora pero estaba sin gas. Era vieja. Victoria tomó un sorbo y la dejó a un lado. Le miré las rodillas. Empecé a sentirme nervioso. Inquieto. No ponía atención al programa. No decía nada. Luego ella encontró una película. Yo no veía nada en la pantalla. Imágenes sueltas. Interferencia. Blanco y negro. Pero poco a poco. Fui respirando. Y pensando. Y vi imagenes... Era algo sobre un niño que vivía en el campo. Y tenía un amigo que era extraterrestre. El extraterrestre era pequeño y parecía un niño o un enano con un disfraz puesto encima. Se metían en aventuras. Viajaban en la nave espacial del extraterrestre. Distancias cortas. Todo parecía dentro la misma granja. La película terminó. Vamos a arrendar películas, dijo Victoria. Mi papi y yo somos socios de un club que queda cerca. Bueno.

Bajamos por el ascensor. No dijimos nada. Caminamos dos cuadras. Giramos a la derecha. Olor de BA. Yo le seguía a ella. Victoria empezó a hablar.

"¿Has visto El Amanecer de los Muertos?"
"No."
"¿La Profecía?"
"No."
"¿Ringu?"
"No."
"¿Saw?"
"No."
"¿Saw 2?"
"No."
"¿La Maldición?"
"No."
"¿Cizaña?"
"No."
"¿Sin Retorno Posible?"
"No."
"¿Criaturas Malditas?"
"No."
"¿Jeepers Creepers?"
"No."

"¿Qué haz visto?"
"Antes de venir a la Argentina vi Odisea Espacial: 2001. Me gustó."
"De Kubrick. Es un poco aburrida. ¿Haz visto El Resplandor?"
"No."
"Esa me gusta mucho más."

En la casa Victoria puso una película. Creo que era de tarde. A los quince minutos de empezada. Victoria me tomó de la mano. Me puse nervioso. Pasaron unos instantes. Se pegó a mí. Estiré mis brazos y la abrazé. Después de quince minutos. Tal vez más. Empecé a besar su cuello. Victoria giró su cabeza. Nos besamos en la boca. Cerré los ojos. Sentí. Giré mi lengua. La subí. Sentí su paladar. Mezclé mis babas inquietas. Con las suyas babas. Apretaba su brazo y su espalda. Cada vez más duro. Nos acomodamos. Nos besamos el cuello. Otra vez la boca. Luego ella me lamió los labios. No me gustó tanto pero no dije nada. Ló siguió haciendo. Nos miramos. Nos topamos las piernas. Sentí el interior de sus muslos. Luego ella retiró mi mano. Le apreté el pelo. Y nos volvimos a besar. La película continuaba de fondo. Escuché conversaciones. Y el sonido de un auto en una autopista. Nos detuvimos. Victoria sonrió y aplastó rewind. Volvimos a ver la película. Casi desde el comienzo. No puse mucha atención.


Una escena violenta. Aparece una criatura deforme. Pelos, brazos y garras. Dientes filudos. Se eleva del suelo. Grita. Parece estar echa de barro. Se derrite. Tiene mucha fuerza. Hay gritos. Hay una mujer corriendo. Hay un hombre. Está siendo devorado por la criatura. Hay sangre como chisguete. Victoria me suelta la mano. Gira su cuerpo hacia mi. Se arrodilla encima mío. Me besa. Mi ropa me aprieta. Me siento incómodo. Tengo mis manos en su cintura. Se acuesta encima mío. Acaricio sus muslos. Ella quita mis manos. Le abro las piernas con mis rodillas. Accede. Me acomodo. Me muevo. Ella me para. Nos besamos. Me muevo otra vez. Cierro los ojos. Tenemos la ropa puesta. Luego de un rato nos levantamos. Victoria se levanta. Se para. Aplasta pausa. Se sacude. Se acomoda la falda. El cintillo en el pelo. Se va al baño.

Yo me levanto. Voy a la cocina. Tomo agua. La película está en pausa. Un monstruo desfigurado está cuarteado en la pantalla. Parece moverse. Respiro. Victoria regresa. Nos abrazamos. Vemos el resto de la película. Vemos otra.

El Cuello

En un lugar público. Espacio abierto. Un hombre camina. Se acerca a dos mujeres que están sentadas conversando. El hombre se detiene al frente de ellas. Le ofrecen algo de comer. Él acepta. Mete su mano en un paquete de plástico. Saca una galleta. Conversación mínima. Sacudida de hombros. Espasmos minúsculos. Levantamiento de cabeza. El hombre continúa. Las mujeres también.

Otro hombre camina con una cámara alrededor del cuello. En el mismo espacio abierto. Saluda a una pareja. La pareja se detiene. El fotógrafo conversa. Inclina su cabeza. Se siente el peso de la cámara. Les pide una foto. Un retrato. La pareja accede. Posan. Se ríen. Se besan. El fotógrafo capta tres imágenes de ellos. Se despiden. Inclinación de cabezas. Manos en alto. Desdoblamiento. Continuación.

¿Hay euforia en todo esto?



El mismo fotógrafo se me acerca. Me dice que está armando un portafolio de retratos anónimos. Que si me puede tomar una foto. Ahí sentado. Leyendo una de mis revistas.

Accedo. Me fijo en la banda que lleva en el cuello. Sosteniendo la cámara. No me doy cuenta. Me toma las fotos y sonríe. Gracias. Chau. Continúo lo que hacía antes. No mucho.

Hace poco estuve en casa. Quería llamar por teléfono. Pensaba en la frivolidad. Tenía un nudo en mi garganta. Daba vueltas en el departamento. Sin saber por qué. Algo buscaba. Olvidé qué. Volví al teléfono. No había tono. Había una voz que en argentino me repetía algo. Una grabación. "Usted tiene mensajes". Decía. Y luego se despedía. Y empezaba un silencio. Al tercer intento ese silencio era angustioso. Era nada. No podía llamar a nadie. Hay algún tipo de bloque en el teléfono y recién me di cuenta ahora. Salí y me fui a un parque.

Rascaba mi cabeza y sobaba la parte de atrás de mi cuello. Acababa de levantar la mirada de la revista. Me había internado en un texto sobre la vida de un futbolista. Era en la revista de fútbol. Mis ojos aún no se acostumbraban al mundo exterior. Fuera del blanco con negro y el papel con brillo. Excluyendo a taxistas, el fotógrafo que se me acercó, no he conversado mucho en los últimos días. Tampoco comido. Una mujer se agachó haciéndome señas.

Era la chica del ascensor. Dudé unos segundos. No sabía si era a mí. Sentí un disparo de nervios en el pecho. Me pasé la mano por la cara y sobé mi boca. Hola, dijo en su acento no argentino. Hola, repliqué. Me estiré. luego me encogí. Finalmente me reí. Me levanté y caminamos por el parque. Pisando terrenos inciertos. Me había olvidado cómo conversar.

Me concentré en captar el tono de su voz. Más que hablar. Me hacía regalos. En algún punto le conté lo que hacía ahí. En Buenos Aires. Lo solté todo. Sin variar mucho el tono de mi voz. Hablé lento. Enfatizé las palabras "mucha plata". Ella sorprendida. No dijo mucho más. Le pregunté de dónde era, cómo se llamaba, cúantos años tenía. Me dijo que era limeña, Victoria, 16. Sentía que estaba paseando en una pista de hielo. Desbocado.

Paramos en medio del parque. Luz de la tarde. Fuimos a comer.

bellas artes

Voy a un museo.
El camino está lleno de vaches.
Qué extraño, dice el taxista cuando su auto cae fuertemente en un vache. Nunca es así, continúa.

Meto un fajo de billetes adentro de una cajita transparente que hay en la entrada al museo. El valor de la entrada sólo es una sugerencia. Hay cómo pagar lo que uno quiera. Me siento bien metiendo más plata de la que piden pero enseguida me arrepiento. En el fondo no me importa. Ya está. Metí como doscientos pesos.

Adentro. Camino sin detenerme mucho. No sé qué es lo que busco. Hay unos labios rojos de látex, inmensos. Hay pinturas y dibujos. Hay trabajos en carbón. Los marcos de algunos cuadros son hermosos. Hay esculturas. Hay móbiles colgados del techo. Hay instalaciones de video. Hay cuartos oscuros donde muestran películas. Entro a uno. Me siento como en la Casa del Terror. En un parque de diversiones. En una montaña rusa. Hay una esfera de plástico con una luz de neón en el medio. Hay una escultura de agua. Hay un rótulo que dice que el arte en esa sala es de los años sesentas. Hay corredor lleno de cuadros pequeños que no pueden ser de los años sesentas. Son más viejos. Al final del corredor hay un salón con un solo cuadro grande. Es una burbuja, como de una voz, pero adentro hay colores. En vez de palabras. Parece un grito que viene desde el suelo. No sé de cuándo será.

En otra sala. Hay mucha gente alrededor de una pieza y hay un resplandor. Me acerco. Pronto la gente se va y quedo solo ante la obra. Son cientos de tarjetas de negocios. De las que se reparten a los posibles clientes o a los amigos. De las que se mandan a imprimir por cientos y nunca se terminan de usar. Todas del mismo tamaño. Rectángulares. La obra se llama "Fascinación de la Frivolidad". Está escrito en una tarjeta de negocios igual a las demás pero alejada del grupo. Es como una gran bandera. Del caos.

Cruz Izurieta- Arquitectos. Sus números. Tipografía fina. Con un bordeado plomo. Bela Toqui- Músico. Sus números. Tipografía bombeada. Malva Costa- Diseñadora Gráfica. Un dibujo de un dragón invertido. Un azul intenso. Sus números. Su correo electrónico. El fondo blanco. Tipografía en cursiva. Dr. Cosme del Prado- Larraín, Sánchez y del Prado, Bufete Jurídico. Una tarjeta elegante. Un filo dorado. el fondo crema. Sus números. Tipografía estándard. Letras mayúsculas. Dra. Isabel Santana- Psicóloga infantil, Terapia familiar. La ciudad donde vive. Sus números. Su correo electrónico. Su correo postal. Antonio Játiva- Medicina alternativa. Sus números. Su dirección. Un escudo en la esquina superior derecha. Un símbolo de salud en la esquina inferior derecha. Escuela Verdementa. Los números. La dirección. Un marco negro. Elegante. Letras verdes. Shelma Vasco- Global Travel. Los números. Letras en azul. El logo de una empresa en la esquina superior derecha. Lizette Bataglia- Vidente. Su número. Una tarjeta sencilla. Miguel Saoni- Diseño de jardines y jardinería. Una tarjeta verde. Los números. El dibujo de una podadora. En el centro. Abajo.

Y así continúa. Me quedo demasiado tiempo ahí. Me quiero ir. Pero no puedo. Sigo leyendo las tarjetas. Pensando en qué tiene que ver esto con la frivolidad. En cuál es el significado exacto de esa palabra. Mi madre la utilizaba a veces. Y entonces leo:

Oswaldo Sosa- Fundación Ushuaia. Y sus números. Es una tarjeta sencilla. Blanco y negro. Una delgada línea debajo del nombre. Un tipo de letra especial. Saco un cuadernito y apunto todo. Ese es el hombre que nos tenía que contactar. A Tu y a mí. Tu estaría tan contento ahora. Ese es el nombre que yo escuché unas horas antes de embarcarnos en el avión con toda esa plata. Ella más nerviosa que yo. Ninguno sabía bien lo que estaba pasando. Y viajamos en silencio casi todo el viaje. Pero yo retuve ese nombre. En mi cabecita. Oswaldo Sosa. Fundación Ushuaia. El descargo. El contacto en Buenos Aires. Al fin sucede algo.

El baño

A veces suceden accidentes en los baños.

Un primo mío se cayó en la tina y quedó tartamudo. Se golpeó la cabeza. Yo me caí hoy, justo en el momento en que sonaba el timbre. Me duchaba. El agua fría enfríaba mi cabeza. Y el timbre no había sonado nunca antes desde que llegué.
Al principio ni siquiera sabía lo qué era. Me parecía un sonido extraño. Me dejó paralizado. Pensando. Y cuando reaccioné, cuando salí de la ducha, me resbalé. En la mañana había sacado la toalla que estaba en el piso a la terraza. Eso fue después de lavar los platos y la ropa. Sacudí la toalla y la dejé colgada. Afuera de la ducha pisé mal, o demasiado bien. Mi talón derecho resbaló. Todo mi cuerpo se levantó. Y me golpié la parte de atrás de mi cabeza. Con el filo de la tina. Me quedé quieto. De nuevo. Diría seco pero estaba empapado. El timbre sonó una vez más. Yo cerré los ojos. Y me incorporé. Las manos en la parte de atrás de mi cabeza. Por suerte no había sangre. Pero dolía.

Me sequé el cuerpo. Fui a la puerta pero no había nadie.

No hice nada el resto del día. Vacié mi cabeza frente a la tele. Vi dibujos animados. Vi una película sobre un profesor de colegio. Vi un programa sobre el mar. Me quedé dormido un rato. Pero no dormí bien. Finalmente algo atrajo mi atención. Había un programa sobre Jesucristo. Hablaba con sus discípulos y les decía que volvería de la muerte. Que nadie lo había hecho antes pero que él sería el primero. Que crean en él.
San Pedro le miró con devoción. Luego, San Pedro y los otros esperaban sentados en un monte. Pasaron días. Pasaron semanas. Los apóstoles decidieron abrir la tumba donde estaba Jesús. Quitaron una piedra inmensa que había ahí y empezaron a llamar a Jesús. Finalmente encuentran su cadaver. Su cuerpo ensangrentado y hediondo. No lo podemos ver pero las reacciones de los apóstoles dicen todo. Retiran las vendas que cubren a Jesús. San Pedro decide beber la sangre del mesías en un vaso de barro. Los otros hacen lo mismo. Después San Pedro corta un pedazo de la piel de Cristo con un cuchillo y se lo come. Los otros hacen lo mismo. San Pedro dice que Jesús ha resucitado en ellos. En ese momento hay un corte a propagandas y el programa nunca vuelve. En ese mismo canal empieza a dar un reportaje sobre la segunda guerra mundial. Pero el programa no empieza, ya está empezado. Es muy extraño. O no tanto. ¿Y la disentería de los apóstoles?

Música de ascensor

En el asecnsor del edificio conocí a alguien. Parece más joven que yo. Es mujer. Debe tener dieciseis o diecisiete años. Es rubia. Llevaba puesta una camisa. Y una falda. Su facha era elegante, por así decirlo. Su pelo estaba mojado. Como que recién había salido del bañó. Igual que yo. Yo acababa de salir de casa.
Cuando llegamos al piso de abajo me sonrió. Le devuelvo el gesto pero no logro entender qué significa. Ni lo suyo ni lo mío. Me quedo idiotizado. Por algo tan pequeño. No es la primera vez. Suelo comportarme así.
¿Qué puede significar un cruce de miradas? ¿Una sonrisa? No tengo ideas en mi cabeza al respecto. Nací así. Me conmueven las mujeres que conozco. Pero nunca pasa de ahí.
Caminé incómodo detrás de ella. Se detuvo en la puerta. Me miró y me dijo que había olvidado las llaves. Sonreí y abrí la puerta con las mías. Le cedí el paso. Sin dejar de sonreir. Teniendo pequeños espasmos, me imagino. Y salimos.
No tenía acento argentino. Le seguí como por una cuadra. Poco a poco. Volví a pensar. Despertó mi cerebro.
Dijo "olvidé las yaves". No pronució el "sh".
Yo sólo sonreí.

Ahora estoy varado. Mirando revistas en un puesto de revistas. Hay una que se llama Fierro, hay otra que se llama THC. Compro ambas. Hay una revista de música y una de fútbol. Compro ambas. Hay muchas más revistas. Compro una que se llama Economía. LAs guardo en un bolso que compré ayer. Compro, compro y compro. Me consumo.

Sigo caminando como dos cuadras. Cuando salí de la casa pensé caminar hasta el centro. Bajo al subte. Pero vuelvo a la calle. Por el otro lado. No me decido a nada. Bajo una vez más. Pago un pasaje y espero. El olor a subte es el mismo olor bajo tierra que encima. El olor se filtra de abajo hacia arriba e inunda las calles. Yo estoy abajo. Hay un televisor. Una propaganda de muchas personas bailando en una playa. Es una coreografía. Quito la vista de la pantalla. Llega el metro. Adentro no hay donde sentarse. Me bajo luego de dos paradas. No aguanto el calor. Siento que es de noche. Deben ser las cuatro. Oscurece a las siete. Vuelvo a la calle. Adentro, afuera. Arriba, abajo. Los ciclos se repiten. Los movimientos son iguales.

Camino un poco. Llamo a un taxi. Viajo en silencio. Le pedí al chofer que manejara por "esta avenida". El chofer no necesita saber más. Conduce. Tengo mi bolso con las revistas a mis pies. Va a ser una tarde larga. Voy a gastar mucha plata en este taxi.

no es mi hora

Regreso al departamento y pasa otro día. Sin pena. Sin glora. En la noche me siento ansioso. Alrededor de las 2 am me doy cuenta que no puedo dormir. Prendo la tele. Imagenes de mujeres en bikini, de competencias extremas en bicicleta, de comida. Hay una película de vampiros. Hay un noticiero. Hay imagenes del clima en otros sectores del mundo. Pero yo no quiero ver tele.

Deambulo por la casa. Pienso en cualquier cosa. Me acuerdo de unos amigos. Empiezo a rebuscar las cosas de Tu. Han pasado dos o tres días. Creo que dos. Incluso puede que solo haya pasado un día. Su ropa sucia está en el piso al lado de la cama. Hay unos pantalones. La camiseta roja que estaba puesta ayer. Hay un calzón. lo recogo. Prendo la luz del baño. Apago la luz de la cocina. Prendo la tele otro instante. La apago. Apago la luz del baño y me meto debajo de las cobijas con el calzón de Tu. Está envuelto en mis dedos. Lo coloco en mi cabeza. No siempre me comporto de esta manera. Ingiero por la nariz. Ese olor amargo y guardado como a semilla de durazno, como a almendras. Estoy atravesando un terreno irregular y filudo. Un terreno seco. Y amargo. El calzón es verde pero yo estoy con las luces apagadas y los ojos cerrados. Estoy en un lugar lejano. Donde respirar no es un acto involuntario. Estoy respirando adentro mío. Y no estoy solo. Hay una amenaza que suena como a la distancia. Como algo que se mueve y se cae. Como lata. Es imperceptible. no. No es imperceptible. nace debajo de las ingles y crece. lo siento en la columna. en los pelos de mi cuello. Estoy dentro de la semilla.