no es mi hora

Regreso al departamento y pasa otro día. Sin pena. Sin glora. En la noche me siento ansioso. Alrededor de las 2 am me doy cuenta que no puedo dormir. Prendo la tele. Imagenes de mujeres en bikini, de competencias extremas en bicicleta, de comida. Hay una película de vampiros. Hay un noticiero. Hay imagenes del clima en otros sectores del mundo. Pero yo no quiero ver tele.

Deambulo por la casa. Pienso en cualquier cosa. Me acuerdo de unos amigos. Empiezo a rebuscar las cosas de Tu. Han pasado dos o tres días. Creo que dos. Incluso puede que solo haya pasado un día. Su ropa sucia está en el piso al lado de la cama. Hay unos pantalones. La camiseta roja que estaba puesta ayer. Hay un calzón. lo recogo. Prendo la luz del baño. Apago la luz de la cocina. Prendo la tele otro instante. La apago. Apago la luz del baño y me meto debajo de las cobijas con el calzón de Tu. Está envuelto en mis dedos. Lo coloco en mi cabeza. No siempre me comporto de esta manera. Ingiero por la nariz. Ese olor amargo y guardado como a semilla de durazno, como a almendras. Estoy atravesando un terreno irregular y filudo. Un terreno seco. Y amargo. El calzón es verde pero yo estoy con las luces apagadas y los ojos cerrados. Estoy en un lugar lejano. Donde respirar no es un acto involuntario. Estoy respirando adentro mío. Y no estoy solo. Hay una amenaza que suena como a la distancia. Como algo que se mueve y se cae. Como lata. Es imperceptible. no. No es imperceptible. nace debajo de las ingles y crece. lo siento en la columna. en los pelos de mi cuello. Estoy dentro de la semilla.