bellas artes

Voy a un museo.
El camino está lleno de vaches.
Qué extraño, dice el taxista cuando su auto cae fuertemente en un vache. Nunca es así, continúa.

Meto un fajo de billetes adentro de una cajita transparente que hay en la entrada al museo. El valor de la entrada sólo es una sugerencia. Hay cómo pagar lo que uno quiera. Me siento bien metiendo más plata de la que piden pero enseguida me arrepiento. En el fondo no me importa. Ya está. Metí como doscientos pesos.

Adentro. Camino sin detenerme mucho. No sé qué es lo que busco. Hay unos labios rojos de látex, inmensos. Hay pinturas y dibujos. Hay trabajos en carbón. Los marcos de algunos cuadros son hermosos. Hay esculturas. Hay móbiles colgados del techo. Hay instalaciones de video. Hay cuartos oscuros donde muestran películas. Entro a uno. Me siento como en la Casa del Terror. En un parque de diversiones. En una montaña rusa. Hay una esfera de plástico con una luz de neón en el medio. Hay una escultura de agua. Hay un rótulo que dice que el arte en esa sala es de los años sesentas. Hay corredor lleno de cuadros pequeños que no pueden ser de los años sesentas. Son más viejos. Al final del corredor hay un salón con un solo cuadro grande. Es una burbuja, como de una voz, pero adentro hay colores. En vez de palabras. Parece un grito que viene desde el suelo. No sé de cuándo será.

En otra sala. Hay mucha gente alrededor de una pieza y hay un resplandor. Me acerco. Pronto la gente se va y quedo solo ante la obra. Son cientos de tarjetas de negocios. De las que se reparten a los posibles clientes o a los amigos. De las que se mandan a imprimir por cientos y nunca se terminan de usar. Todas del mismo tamaño. Rectángulares. La obra se llama "Fascinación de la Frivolidad". Está escrito en una tarjeta de negocios igual a las demás pero alejada del grupo. Es como una gran bandera. Del caos.

Cruz Izurieta- Arquitectos. Sus números. Tipografía fina. Con un bordeado plomo. Bela Toqui- Músico. Sus números. Tipografía bombeada. Malva Costa- Diseñadora Gráfica. Un dibujo de un dragón invertido. Un azul intenso. Sus números. Su correo electrónico. El fondo blanco. Tipografía en cursiva. Dr. Cosme del Prado- Larraín, Sánchez y del Prado, Bufete Jurídico. Una tarjeta elegante. Un filo dorado. el fondo crema. Sus números. Tipografía estándard. Letras mayúsculas. Dra. Isabel Santana- Psicóloga infantil, Terapia familiar. La ciudad donde vive. Sus números. Su correo electrónico. Su correo postal. Antonio Játiva- Medicina alternativa. Sus números. Su dirección. Un escudo en la esquina superior derecha. Un símbolo de salud en la esquina inferior derecha. Escuela Verdementa. Los números. La dirección. Un marco negro. Elegante. Letras verdes. Shelma Vasco- Global Travel. Los números. Letras en azul. El logo de una empresa en la esquina superior derecha. Lizette Bataglia- Vidente. Su número. Una tarjeta sencilla. Miguel Saoni- Diseño de jardines y jardinería. Una tarjeta verde. Los números. El dibujo de una podadora. En el centro. Abajo.

Y así continúa. Me quedo demasiado tiempo ahí. Me quiero ir. Pero no puedo. Sigo leyendo las tarjetas. Pensando en qué tiene que ver esto con la frivolidad. En cuál es el significado exacto de esa palabra. Mi madre la utilizaba a veces. Y entonces leo:

Oswaldo Sosa- Fundación Ushuaia. Y sus números. Es una tarjeta sencilla. Blanco y negro. Una delgada línea debajo del nombre. Un tipo de letra especial. Saco un cuadernito y apunto todo. Ese es el hombre que nos tenía que contactar. A Tu y a mí. Tu estaría tan contento ahora. Ese es el nombre que yo escuché unas horas antes de embarcarnos en el avión con toda esa plata. Ella más nerviosa que yo. Ninguno sabía bien lo que estaba pasando. Y viajamos en silencio casi todo el viaje. Pero yo retuve ese nombre. En mi cabecita. Oswaldo Sosa. Fundación Ushuaia. El descargo. El contacto en Buenos Aires. Al fin sucede algo.